JINETEADAS PÚBLICAS




(Fotos añadidas por Matices de mi Tierra)












Noticiario Crítico de Carlos Estrada *



El sábado 6 de agosto pasado volvió a la televisión de aire de Capital Federal -después de casi tres años-, el programa “JINETEANDO”, conducido por el señor Albino “Cacho” Ledesma.

Según la promoción, serían eventos de tradición, emoción y coraje.

En esta oportunidad consistió en un rápido pantallazo de festivales de Argentina, Chile y Uruguay.

Detallo: “Fiesta del Indio Americano” en Maitén, Chubut; “Fiesta del Puestero” en Junín de los Andes; “Fiesta Internacional de Jineteadas y folklore” en San Patricio del Chañar, Neuquén; “Fiesta de la Ganadería ” en Gral. Alvear, Mendoza; “Fiesta de la Pastora ” en Tandil, prov. de Buenos Aires; “Fiesta Nacional de la Cebada Cervecera ” en M. de Puan, prov. de Buenos Aires; “Fiestas Patrias” en Machalí, Chile; “Fiesta Pampeana del Caballo” en Ingeniero Luiggi, La Pampa ; “Fiesta Provincial de Doma y Folklore” en Gral. Pico, La Pampa ; “Festival Nacional de Doma y el Folklore” en Jesús María, Córdoba; “Edición de Destreza, Bravura y Coraje” en Las Varillas, Córdoba; “Encuentro Gaucho y Festival de Folklore” en Durazno, Uruguay; “Fiesta del Cosechero” en Monte Caseros, Corrientes; “Cabalgata de Fe” en Vallecito, San Juan; “Gran Jineteada en la Rural Salteña ” en Salta y “Festival del Trichaco” en Santa Victoria, Salta.

En Chile se vio un poco de PIALADA (manganear: lazos que se tiran a las manos de un caballo para hacerlo caer y sujetarlo), con intervención de un campesino de posible nombre Darío Berta, jineteada DONDE EL CABALLO FUE EXCESIVAMENTE CASTIGADO CON REBENQUE.

También en Chile, las espuelas de “exhibición” eran de exagerado tamaño.

En la “Fiesta Pampeana del Caballo”, un jinete que se llamaría Juan Domingo Cañete me pareció MUY CASTIGADOR, igual el caso de quien sería Ariel Gili en la “Fiesta Provincial de Doma y Folklore” en La Pampa que CASTIGÓ DEMASIADO AL EQUINO.

El conductor Cacho Ledesma, en un pasaje de la “Edición de Destreza, Bravura y Coraje”, exclamó contento (acostumbra): “CHIRLO VA, CHIRLO VIENE”, en referencia a los GOLPES DE REBENQUE que reciben los caballos.

Los “chirlos” son repartidos con rapidez y de manera cruzada, haciendo centro en muslos, flancos, cuello, zona carrillo y zona yugular, a veces debido a que el animal sacude la cabeza, la baja o la sube y se contorsiona.

Muy acertada la utilización de un pequeño poncho blanco para apurar los corcovos de parte del jinete Igor Silvera en el “Encuentro Gaucho y Festival de Folklore” en Uruguay; mientras quien se llamaría Derby Albiza, arrancó CLAVANDO ESPUELAS CON VIOLENTOS TALONAZOS EN LA ZONA BAJA Y MEDIA DEL EQUINO.

En la “Fiesta del Cosechero” en Corrientes, participó un jinete de posible nombre Piñeiro Machado y otros, observándose una “PIALADA” BASTANTE CRUEL, y en la “Gran Jineteada en la Rural Salteña ” hubo una monta de dos hombres a la vez sobre un animal, jinetes de presunto nombre Elías Tejerina y “Chueco” Marinaru. Esto puede parecer “tradición”, pero a juicio personal es una innecesaria exhibición de crueldad. Explico: una cosa es que se trasladen en una emergencia dos hombres al paso o al trote y otra es el esfuerzo de un caballo corcoveando para sacarse de encima a una pareja de individuos.

Cuando hablo de excesivo castigo me refiero a jinetes que tienen por costumbre golpear con velocidad varias partes del cuerpo del animal, que al moverse hacia todos lados también recibe el rebenque en la cara.

Sé que detrás de cada jineteada se mueven distintos intereses económicos y en nombre de la tradición se enmascara el negocio de muchos (como en las “corridas de toros”); hacen dinero los intendentes, la policía, grupos de veterinarios, transportistas, promotores, organizadores, locutores, en numerosos puestos se comercializan artesanías, productos regionales, carne asada, empanadas, quesos, fiambres, abundante alcohol, adornos; se atrae a turistas, ganan dinero tropilleros, peones, ayudantes de corrales, capataces de campo, juzgadores, vendedores de animales, apadrinadores, hay premios para los jinetes más destacados, etc.


Sería conveniente que las autoridades de aplicación, que deberían ser fundamentalmente éticas, no cedan a presiones de patrones políticos ni respondan a directivas superiores incorrectas; tienen el ineludible deber de mantenerse alejadas de compromisos de trastienda con particulares para ocuparse con seriedad y de manera permanente en controlar los movimientos interprovinciales (traslados) y llegadas de caballos, estableciendo origen y legalidad de procedencia de cada animal, porque según informantes con antecedentes por actos de cuatrerismo, los caballos de buen aspecto que roban (de raza o mestizos) son vendidos reducidores vinculados a carreros; los animales viejos, enfermos, heridos y hembras preñadas van a mataderos y los ejemplares jóvenes y rebeldes no domados son repartidos en algunas provincias “para espectáculos”. No pretendo generalizar, menos molestar a quienes se consideran honestos, pero los casos existen y sería una farsa defender lo indefendible. Si los ilícitos no se descubren, como ocurre con la fauna de los circos, cotos de caza, zoológicos, industrias del cuero y mataderos de equinos, es porque nuestros funcionarios oficiales (habría excepciones) de áreas competentes -especialmente de municipalidades y fuerzas policiales- hacen sospechosa vista gorda a todo tipo de irregularidades (comprobado en centenares de investigaciones que he realizado).

Las denominadas “pialadas” son actos salvajes que deberían ser eliminados de las exhibiciones “gauchas” argentinas. Las manos y patas de los caballos son frágiles (nada flexibles) y generalmente las fracturas resultan de difícil solución. Deduzca el lector: animales de mucho peso y altos soltados a la carrera y de golpe sus manos son maniatadas por varios lazos en la parte baja o media, haciendo que caigan al piso con fuerza, de cabeza y dando vueltas.


EN MUCHAS “PIALADAS” MUEREN EQUINOS; DEBEN SER SACRIFICADOS POR QUEDAR CON GRAVES INCAPACIDADES.

De patria y tradiciones no creo que puedan enseñarme; vengo de ilustre hogar patricio por línea paterna, emparentado directamente con próceres nacionales, caciques indios y caudillos.

Cuando era niño pasé algún tiempo en estancias familiares en La Puerta , provincia de Córdoba y Arroyo del Medio y Monje en la provincia de Santa Fe. Con audacia subía en el lomo de rebeldes potros y me iba al monte a buscar ganado extraviado, a veces separaba terneros, encerraba vacas, etc.; campos muy grandes, algunos de 10.000 y 15.000 hectáreas , de donde salieron camadas de domadores y jinetes (buenos y malos) de exhibición.

Aún chiquilín, en la década del ´60, fui enseñado en forma particular por dos instructores militares de polo y salto; paralelamente al arte de la equitación, dominé técnicas de rehabilitación de animales lesionados.

Defiendo las tradiciones, no la crueldad con los animales. Me he criado frecuentando peñas criollas -conocí en sus inicios a hombres que después fueron destacadas figuras del folklore-, aprendí en academia familiar zapateo, a tocar el bombo (tengo uno de excepción comprado en “Antigua Casa Nuñez”); interpreto zambas, cuecas y chacareras con guitarras y poseo una valiosa colección, incluyendo una “Breyer” de concierto del año 1932 y una valenciana que me eligió, probó y dedicó el famoso Cacho Tirao, concertista internacional de mi amistad.

En 1978 pude rescatar a un nervioso caballo de cruel jineteada donde había herido a varios hombres, motivo del maltratado que recibía en los corrales, y la tercera noche de visitarlo, acariciarlo y darle comida, hice un arreglo y me lo llevé de las riendas a caminar, después pude montarlo brevemente. Hubo un raro entendimiento con el animal (que mordía el pie al colocarlo en el estribo y buscaba chocar contra alambrados, personas, postes o vehículos para derribar al jinete), pero dos sujetos alcoholizados nos siguieron y uno me sorprendió enseguida (zona serrana de Córdoba) y de un fustazo espantó al caballo y nos fuimos muchos metros cerro abajo; las consecuencias fueron seis meses con mitad del cuerpo casi paralizado y vendado hasta las axilas, sin poder estar acostado ni movilizarme sin ayuda. Mi rehabilitación demoró, el caballo se salvó y llegamos a ser amigos inseparables, nadie más podía acercarse ni montarlo porque agredía y mordía.

Admiro al jinete rural argentino, todos parecen de goma e insensibles al dolor, levantándose valientemente después de tremendas caídas; creo que las tradiciones no deben perderse, aunque no hay que olvidar que nosotros podemos elegir caminos y destinos, arriesgando la vida si queremos, pero los caballos no pueden tomar decisiones, siempre serán inocentes esclavos del capricho del hombre. En la Edad de Piedra los humanos salían con un garrote a matar animales, pero hoy no tenemos necesidad de ser crueles; los violentos golpes de espuelas, las pialadas, las montas dobles y los excesivos castigos con rebenques no mantienen vivas las tradiciones, nos alejan de Dios, sólo sirven a un gaucho sin alma, a una mala imitación del gaucho antiguo.

Demás está decir que un caballo para jineteadas públicas es un animal que durante su vida sólo es útil para eso –salvo excepciones-, formado rebelde en base a maltrato, mucho palenque, duros tormentos y hasta picaneadas en la boca; son animales con el carácter arruinado, porque si se amansan van a parar a mataderos clandestinos para carne de consumo humano y si adquieren vicios e hieren o matan a jinetes son garroteados en corrales, algunas veces apuñalados, de manera que a mi no pueden engañarme con dobles discursos acerca de “tradiciones” y buen trato hacia el caballo de jineteadas; mucho lo he investigado y comprobado desde adentro. Entre 1980 y 2000 he pasado temporadas en inmensas estancias de Misiones, Córdoba y provincia de Buenos Aires, después mis visitas han sido más cortas.

Como todas mis notas no son leídas por las mismas personas, reitero: soy proteccionista independiente, experto en recuperación y manejo de fauna salvaje (grandes animales), con trayectoria pública desde 1970, con decenas de certificaciones oficiales y científicas y máximos reconocimientos internacionales que figuran en libros europeos, revistas de instituciones nacionales y provinciales, cables de prensa extranjeros, varios centenares de publicaciones en diarios de todas partes, revistas jurídicas y de animales, versiones taquigráficas legislativas, etc.; dedicado a actividades ecuestres, entendido en enseñanza, comportamiento y derecho internacional animal, asesor de centro cultural y tradicionalista, de establecimientos rurales de conocidos y de estudio jurídico, habiendo participado en rescates de casi 600 de caballos maltratados y procedentes de actos de cuatrerismo.

CARLOS ESTRADA *escritor y periodista de investigación.








Buenos Aires, Argentina, 8 de agosto de 2011.

// continuará //